martes, 28 de diciembre de 2010

Pásame la china, "Tron"

Como le tocaba a cualquier aficionado de la ciencia ficción este año, fui al cine con la emoción a flor de piel para ver la secuela de la fantástica "Tron" (Steven Lisberger, 1982). Estoy hablando de la superproducción de Disney "Tron: Legacy" (Joseph Kosinski, 2010), anunciada a bombo y platillo y que nos tenía a todos, después de las primeras imágenes promocionales, con los cojones a ras de suelo.

Lamento tener que admitir que la película fue una pequeña (o gran, según se mire) decepción. Me encontré con un film entretenido, pero que no aguantaba en la comparación con su predecesor, que tuve el gusto de disfrutar en DVD días antes, aunque muchos medios pretendan colocarlos al mismo (modesto) nivel. Creo que lo mejor para explicar lo que falla en "Tron: Legacy" es compararla con el original.

"Que no hagáis la secuela, que la vais a liar..."

No es ninguna sorpresa encontrar el gran déficit de la película en el guión. Curiosamente, éste ya era el punto flojo del clásico ochentero, pero, tal y como pretenden los creadores siempre, en esta ocasión los errores se llevan 'a otro nivel'. Los diálogos de "Tron" eran bastante tontitos, sobretodo en el mundo real, y en ocasiones parecía que estuviéramos ante un telefilm. Afortunadamente, en poco rato nos trasladábamos al mundo de las CPUs y los circuitos integrados, y el libreto pasaba a ser meramente funcional, sin estorbar ni adornar, paseándonos por una aventura que nos atrapaba a pesar de su extrema simplicidad.

En el caso de "Tron: Legacy", tenemos que aguantar dos vicios bastante comunes actualmente: por un lado, el exceso de diálogo, que revierte en una pérdida de la intriga y en una mayor evidencia de su poca chicha, además de romper el ritmo y el ambiente conseguido por las imágenes; por otro lado, el 'efecto chicle', un alargamiento del metraje por encima de lo necesario, que no aporta nada a la película y que, por el contrario, se convierte en un lastre para la misma. Para muestra un botón: la duración de "Tron" era de unos escasos 82 minutos; la de "Tron: Legacy" se extiende a los 125 minutos, un metraje a todas luces excesivo teniendo en cuenta que la historia no es más ambiciosa que la del original. Pero he aquí un nuevo problema: esa trama tan liviana pretende presentarse como compleja: así pues, las explicaciones son enrevesadas y el desarrollo algo caótico, de modo que la historia llega a hacerse difícil de seguir por momentos (¿alguien ha entendido realmente qué coño son los ISOs?). Digamos que si en cuanto a argumento "Tron" era un chino (el colador, quiero decir), su secuela es un queso gruyere.

"¿Y dices que eres una ISO? ¿Y por qué coño no hay más ISOs en mi mundo?"

Me da miedo hablar de los personajes: en la original estos ya eran esquemáticos, hasta el punto de que únicamente quedaba bien dibujado el protagonista. Si bien Jeff Bridges no nos regalaba una actuación destacable, sí aportaba su carisma innato. En el presente film, vemos este déficit amplificado. Bridges está más desubicado que Liam Neeson en "La amenaza fantasma", y poco queda ya del Flynn que conocíamos, un imperdonable fallo que mina la percepción de la película a partir del momento en que hace acto de presencia nuestro antiguo héroe. El hecho de que el enemigo a batir sea el doble del mismo personaje es interesante, pero no está bien aprovechado; eso sin contar con que no conocemos sus motivaciones hasta mitad del metraje, lo que provoca una preocupante indefinición del conflicto, blablabla (más debate sobre los fallos de estructura del guión). Únicamente destacaría a Olivia Wilde, que aparte de estar tan preciosa como siempre, aporta algunos matices a su personaje que le dan, a pesar de ser muy simple, un cariz realmente tierno y genuino.

Otro aspecto a destacar es el diseño de producción. Los detractores de la película de 1982 atacaban lo que hemos expuesto antes: el endeble guión y el esquematismo argumental y de personajes. Ah, graso error. En "Tron", efectivamente, la trama pasaba a ser un elemento totalmente secundario, para pasar a convertirse la película en una experiencia sensorial. Y en este sentido, el resultado era magistral. La representación del ciberespacio conformaba una apuesta estética totalmente radical, casi experimental, diría, e inducía al espectador un estado de cuasi hipnosis. Ese mundo onírico y surrealista, filmado en blanco y negro y coloreado para llenarlo de neones, cubierto de estructuras y vehículos de líneas y ángulos rectos, creaba un universo diferente, con reminiscencias del real, pero que se regía por reglas completamente propias.

"Esto, esto eran graficazos y no los de la Play"

En "Tron: Legacy" este universo ha sido actualizado. Esto no es en sí un problema, pero cuando nos encontramos ante la disyuntiva de dejarnos llevar por el apabullante aspecto gráfico (que evidentemente le da veinte vueltas a lo que se podía hacer en los 80s) o bien lamentar el ablandamiento de la apuesta estética que comentaba antes (esa ciudad TAN ciudad, ese cochinillo para la cena, ese 'fuego a tierra de electrones'...), la balanza se decanta más hacia el segundo lado por culpa del deficiente guión.

Pero no todo es malo en "Tron: Legacy". Por un lado, encontramos la banda sonora creada por Daft Punk, que es realmente acertada y se conjuga perfectamente con las imágenes, recuperando por momentos la magia perdida. Por otro, están las escenas de acción: lo que en los ochenta no podía mostrarse, en el nuevo siglo ya es realidad, y cuando se junta la espectacular puesta en escena con la BSO, el efecto es brutal. A saber: los juegos del disco y las motos de luz (aquí la actualización del diseño sí que funciona), la reyerta en la discoteca (con momento piel de gallina incluido) y la persecución final (ídem). Por último, están los guiños al original, que son múltiples y muy agradecidos (la base del diseño de todo lo que aparece, la recuperación de los antiguos actores, el cameo de Cillian Murphy como hijo de Dilinger...).

"Ya me dirás tú si no mola todo este mundo cromado de color ziritione"

En definitiva, en los momentos en que "Tron: Legacy" se vuelve realmente épica disfrutamos como enanos, a la vez que nos lamentamos de lo que pudo haber sido y no fue. Cabe preguntarse si "Tron" necesitaba ESTA secuela. Mal que nos pese, la respuesta tal vez sea negativa.

PD. Disculpas si no está del todo pulido el texto. Blogspot me jugó una mala pasada (y no es la primera vez...) y me borró la mitad del texto que había escrito.

TRON

Lo mejor: Si te dejas llevar, se convierte en un viaje único.
Lo peor: El mundo real no despierta gran interés.
La secuencia: La entrada al prohibido Sector 7.

TRON: LEGACY

Lo mejor: Cuando se centra y nos da lo que esperábamos de ella.
Lo peor: La autoconsciencia de la absoluta destrucción como personaje de Flynn: "Hijo, me estás rompiendo mi rollo zen". Lamentable.
La secuencia: Cualquiera de las escenas de acción mencionadas. Y si van acompañadas del leit motiv de la película, piel de gallina.

1 comentario:

juiara dijo...

Ja era hora que et tornéssim a llegir per aquí, no?
Respecte la crítica, I agree en tot! Sobretot el moment "corte de rollo zen"... ¬¬'
Muuuuuuuuuuua!